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Jossette Taveras
Me llamo Jossette Taveras y soy natural de San Juan. Tengo dos hijas, Gía y Marena, de veinticuatro y 11 años respectivamente. Estoy casada con un ser humano muy especial que me apoya en todo lo que hago sin titubeos. Mis experiencias formativas comenzaron en casa. Mi mamá, una madre joven y decidida a educarme, se dio a la tarea de enseñarme la cartilla fonética y a escribir mi nombre desde muy temprano en mi vida. En aquel tiempo entré a la escuela sabiendo leer y escribir. ¡Wow, pensará al leer esto ... read more! Pero continuemos… pues aunque tuve una formación académica muy buena, nunca fui orientada correctamente para así dirigirme hacia un campo específico o una profesión. Me gradué de Artes Visuales de la Universidad del Sagrado Corazón en 1993. Regresé al Departamento de Ciencias Naturales a tomar los cursos para completar lo que llamamos la Pre-Médica porque deseaba estudiar medicina. No pude estudiar medicina por falta de apoyo del entorno familiar, ya que tenía a mi hija con apenas dos añitos de edad. Busqué qué hacer y me matriculé en Tecnología Radiológica, o sea que soy tecnóloga radiológica licenciada. Luego decidí estudiar una maestría en Salud Pública General en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. Créanme que todo esto que he estudiado me ha servido para expandir mi visión ante la vida y ante situaciones particulares. Después de todos estos estudios se me presentó la oportunidad de ser maestra de Artes Visuales desde preescolar hasta noveno grado en una escuela privada donde se imparte la educación en inglés como primer idioma. En esta escuela se integraban las materias y por lo tanto tuve la oportunidad de aprender a como integrar las artes con las ciencias o con la literatura, por así mencionar algunas. ¡Interesantísimo! Ahí fue donde me enamoré del salón de clases y donde aprendí muchísimo de lo que hoy sé relacionado a la educación. Entonces tomé mi primera clase de educación y salí muy bien. Como soy una persona curiosa por demás, me aventuré y hasta el PCMAS tomé. Bueno, tomé 4 pruebas: Prueba de conocimientos fundamentales y competencias de la comunicación, prueba de competencias profesionales a nivel elemental y secundario y la especialidad en matemáticas. Me encantan las matemáticas y estuve sustituyendo por un año en varios cursos. Ellos me abrieron las puertas y me brindaron su confianza de lo cual estoy eternamente agradecida. Es algo que me encanta hacer, siento que lo traigo dentro de mí desde que nací, aunque no fue hasta ahora que lo desenfundé. Visualicé el ser educadora desde joven pero siempre pensé que por el miedo tan grande que tenía de hablar en público se me iba a hacer imposible. ¿Miedo? Se preguntará usted. Sí, miedo, terror, pánico. Con tan solo diez añitos y parada frente a mi salón de inglés de quinto grado, yo nerviosita, como es normal, estaba esperando para comenzar un informe oral sobre mi viaje a Disney. Estaba todo listo, practicado y vuelto a practicar. Pero, esa maestra decidió que ya muchos niños habían hablado de su viaje a Disney y yo, su conejillo de indias, tenía que hablar de otra cosa. Yo quería que se abriera un hoyo, no, mejor un abismo en la tierra y que una chorrera gigantesca me llevara al otro lado del mundo. Cuando abrí la boca frente a todo aquel salón lo único que salió de ella fue un secreto. Nadie me oía, la maestra me decía que hablara más alto, y yo fría, tiesa y sin idea de lo que iba a decir, pues no dije nada. Así que me colgué en ese informe oral y después encontré la forma de zapatearme de muchos otros o de hacerlos en grupo para hablar lo menos posible. No me pregunte el nombre de esa maestra porque la borré de mi sistema, no hay retrato ni nombre en mi archivo. Ese miedo de hablar en público se me quitó cuando tomé una clase de expresión oral en Sagrado con un ser especial que borró todo aquel pasado y me brindó las armas necesarias para hablar en público. Que conste, siempre hay un poco de nervios. Como esta última, hay muchísimos otros maestros y profesores universitarios de los cuales recibí numerosas herramientas que me han hecho crecer y que me han servido de estímulo para abrir otras puertas y seguir aprendiendo. Llegué a la universidad del Sagrado Corazón a tomar los cursos para certificarme como maestra de Artes Visuales proceso que culminé cuando llegue a esta academia. Siempre encontraremos vicisitudes y desavenencias en el camino, pero lo importante es encontrar ese instrumento necesario para poder recomponer lo roto o lastimado. Hay que leer, entender y aprender de todo lo que se presenta en nuestro entorno. No nos conformemos con lo que nos dicen sino que vayamos más allá y busquemos por qué nos lo dicen o si realmente eso que se ha dicho nos beneficia o nos perjudica. Nunca terminaré de aprender. Este proceso durará hasta el último día de mi vida.
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